Con cada evocación se vuelve más borroso,
como releer una carta con las manos sudadas
y los ojos vidriosos.
Vos corriendo en el parque de noche,
el único punto blanco además de las estrellas
Y tu gesto, tu ruido... tu compañía caprichosa.
La panacea en tus ojos resultó no ser eterna.
Las nubes tienen nuevas formas,
todas son tu cola
y el rastro de tu incesable olfateo.
Cuánto añoré haber heredado tu osadía,
dejar mi temor amarrado
con la que era tu correa.
Salgamos a pasear.